Geysir, 6 de Agosto de 2009.
Lo que digo es literal: Para evitar rodear el Oeste de la isla siguiendo "la carretera" ( la única en Islandia que merece tal apelativo), hemos decidido tirar por el camino de enmedio, es decir, atravesando el país de Norte a Sur por la que denominan "autopista interior"; la ruta de Kjölur.
Se trata de la ruta interior más concurrida del país. Está abierta un par de meses al año y es
muuuucho mejor que la otra, la de Spregisandur, en la que hay que vadear muchos ríos y algunos con cuerdas de seguridad. Aquí no hay más que sortear pedruscos, charcos, ovejas y
violentos vientos...
Para ser la ruta más popular nos ha llamado la intención el peaje de entrada y salida: La carretera en un par de puntos, está cerrada por unas verjas que dan bastante que pensar, máxime cuando no ves que nadie más que tú pase por ese lugar.
Portera de Entrada
Portera de Salida
Hemos tratado de esperar a que pasara alguien, pero eso es como esperar la lluvia en Agosto en el desierto de Almería. Así que hemos abierto la verja, hemos tirado pá alante, y hemos cantado nuestros cedés, con mucho Antony y mucha canción trágica, por aquello de que podíamos ver nuestro fin próximo. Yo no he querido decir nada, por no meter miedo, pero he pensado que nos metíamos en un campo minado, o en un campo de maniobras del ejército aliado. O simplemente, que habíamos picado y acabábamos de entrar, sin quererlo, en un experimento de propagación de virus oveja-hombre en entornos hostiles.
Pero cuando ya llevábamos una hora metidos en el desierto septentrional, hemos dado con el único islandés que no habla inglés de todo el país. Gracias a Dios que su mujer ( o lo que fuera) amablemente nos supo decir "right" y "left" y "yes" y "no", cuando le balbuceamos el nombre (islandés) de un lago en el que creíamos estar. Haciendo mohínes nos dijo que estábamos en el camino correcto y nos dio la espalda, que no estaba ella para perder el día.
Y como de nuevo no hay mal que por bien no venga, hemos sacado partido del hecho que estos señores tuviesen unos fabulosos caballos islandeses, por lo que pudimos echar unas fotos, como estas:
Estos caballos de pura raza islandesa son robustos, preparados para subir rocas ( y supongo que con forro polar, cortavientos y Gore-Tex).
Ya los habíamos visto en un entorno más doméstico, el segundo día del viaje y reparamos en el aspecto sumamente nórdico que tienen, con ese flequillo generalmente rubio, cortado a tazón, cual miembro de Abba, o Raffaella Carrá en sus tiempos mozos:
Así que después de una hora de piedras, pudimos constatar en un cartel que nos quedaban 149 kms de penalidades en la famosa ruta, por otra parte espectacular, aunque no al nivel de Landmannalaugar. La carretera está flanqueada por el segundo y tercer macizo glaciar mayores del país, y atraviesa llanuras inmensas absolutamente deshabitadas. Solamente un punto del camino tiene un lugar de reunión masificado, según las guías: Hveravellir, Un pequeño campo geotermal muy chulo, entre los campos glaciares de Langjökull y Hofsjökull, a 672 metros de altitud. Tiene lagunas con aguas a 100 grados de temperatura, donde la gente se puede bañar gracias a conducciones de agua fría con que lo mezclan en determinados sitios. El campo, además de estos manantiales, tiene fumarolas que echan gases a gran velocidad mientras suenan como sopletes de fontanero. Y una vista infinita de las montañas y el altiplano, con un viento helado. Dicen que Islandia se va a ver invadido por hordas de turistas. Y que la laguna más cercana al "parking" en este punto, ya empieza a estar abarrotada de gente: Es cierto. Nosotros por lo menos vimos a dos personas ocupando la charca en la horita larga que pasamos en el lugar. Esto es el fin del paraíso perdido islandés. Al tanto, pero de seguir así, acabará siendo el Benidorm del Ártico.
Qué diría hoy el bandido más famoso de Islandia, el Luis Candelas de Kjölur, que anduvo
perdido por estos lares durante 2 largos años (porque, digámoslo claro, la pasma no iba a pensar que fuese tan tonto como para venirse a vivir aquí, con un frío de pelotas, un viento que ni en Tarifa y un olor a huevo podrido que tira de espaldas. Además, tampoco tenían ganas de darse la paliza para subir a buscarlo). Él, que sobrevivió comiendo ovejas cocidas en las pozas hirvientes, sube hoy y ve a dos turistas suizos bañándose en "su cazuela" y prefiere volverse a la tumba, el pobrecico.
Luego de una comida frugal a base de pescado seco (que sí, que me ha gustado el HARDFISKUR y me he pasado del jamón ibérico al lomo de bacalao secado al aire) y mucho pan islandés, hemos continuado la ruta, que prometía ser corta ya. Dos horitas más han sido, con un derrape del todo terreno que ha sido hábilmente controlado por mi menda, pero que nos ha dejado casi a dos ruedas.
Y hemos acabado en Geysir, embobados de nuevo con el Géiser de Strokkur y sus arrebatos periódicos, que le hacen elevar su columna de agua hirviente hasta los 35 metros de altura. Su hermano mayor, Geysir, se agotó a principios del siglo XX, aunqe de vez en cuando despierta, la última vez en 2000, con una erupción del volcán Hekla. Este llega a los 80 metros de altura y el fenómeno natural adopta su nombre de él. Estamos alojados enfrente del campo geotermal, con su geiser y sus fumarolas, sus lagunas hirvientes, su olor a huevos podridos, que vamos a echar de menos cuando lleguemos a Madrid... en fin, un buen sitio para despedirse de la naturaleza de esta soberbia isla, tradiconalmente asociada a la "Ultima Thule" ya descrita por los turistas
griegos clásicos.
Mañana un poquito más.