viernes, 7 de agosto de 2009

Día Noveno: Relax y masas

Reykjavik, 7 de Agosto de 2009


Hoy se puede decir que cerramos el círculo: Volvemos a Reykjavik.

Y lo hacemos desde nuestra cabaña en Geysir, tras desayunar en un comedor con vistas al Géiser, embobados, casi sin hablar, más pendientes del fenómeno y sus sacudidas periódicas que de la comida (más de uno, en plena explosión se habrá comido la mano en vez de la tostada). Hipnotizados aún por tan singular fuente, partimos rumbo a la punta sudoeste, muy cerca del aeropuerto, para darnos un capricho en el Blàa Lonid.

El Blaà Lonid (Blue Lagoon ) sí que es el mayor atractivo "turístico" de la isla, frecuentado por los nativos fundamentalmente, sobre todo en invierno. Se trata de un SPA natural, inmenso, de aguas azuladas, entre lavas negras y con propiedades curativas para psoriasis y otras afecciones dermatológicas. Pero sobre todo, para relajar al visitante que ha estado en alerta constante, disfrutando de las sorpresas que la isla le ha ido regalando, causándole una variante geo-natural del Síndrome de Stendhal. Aquí, la propia isla ofrece la curación (pasando por caja, eso sí).

El Lugar es un complejo inmenso, con clínica, hotel y la propia laguna, junto a una planta geotérmica, de la que se aprovechan las aguas tras haber cumplido su función de generar energía.


El encanto del sitio es que, en un día gris y frío -en invierno debe ser alucinante- uno sale semidesnudo a este lago azul claro, de colores tropicales pero humeantes, y ecuentra aguas calientes, sumamente placenteras, salinas y con zonas a diferentes temperaturas. En varias zonas del lagoon ponen cajas con fangos fríos ricos en sílice, para hacerse mascarillas faciales. Son fangos blancos, como una cola de carpintero, de textura muy agradable, que se aplica en

grandes cantidades y que tras secarse dejan la piel absolutamente suave. El agua, por su salinidad, confiere mucha flotabilidad, así que el placer se duplica si te tumbas y te dejas llevar.

Tiene sus "saunas naturales" en las orillas, su cascada para el masaje dorsal, y una zoa más exclusiva, donde aplican masajes en camillas flotantes sobre el agua. Esto sería el paraíso de la señorita BCPG.

Fácilmente se te pasan 3 horas en estas piscinas descomunales. Y mucha gente lo hace justo antes de la salida de su vuelo. Tan cerca está del aeropuerto que muchos lo planifican así. Y como los islandeses son más listos que el hambre, disponen de consignas para dejar el equipaje.

Evidentemente, el Blue Lagoon (www.bluelagoon.com) vende sus propios productos cosméticos, lo que tal vez sea su mayor negocio: mascarillas, cremas de manos, de cuerpo, sales...todo a precios nada populares. Aún así, Blue Lagoon y 66º North, son las marcas islandesas por excelencia.

Salimos relajados del Blàa Lonid para pasar una larga tarde de visita, compras y encargos por Reykjavik, pero la tarde se hizo cortísima: La señorita Angeldöttir, que en España disfruta de un coche muy sofisticado que se lo hace todo, olvidó apagar las luces de nuestra fiel máquina correcaminos. Así que nos encontramos con el tiempo justo para devolverla a la casa de alquiler, que estaba a 45 kms. de distancia. ¿Qué hacer?. Pues lo que haríamos aquí: Ver si alguien tiene unas pinzas para arrancarlo. Pero estos islandeses, auque amables, son pelín reservados de primeras. Y contábamos con que nos dejarían con nuestros problemas. Craso error, juzgarles tan alegremente: 5 conductores de autobús, movidos por uno de ellos que hablaba español, amablemente empujaron el monstruo y pudimos llegar felizmente a la capital.


A primera vista la verdad es que Reykjavik no tiene casi interés. A segunda vista tampoco demasiado, pero hay una zona infinitesimal que tiene su encanto. Y parece que bastante marcha y moda.

Alrededor, la ciudad se extiende por barrios anodinos de edificios muy racionalistas, con la "perla" (5 depósitos de distribución de agua coronados por una gran cúpula habilitada como restaurante panorámico) dominando la ciudad desde una colina.

En el centro, un dédalo de calles cerca del puerto, tienen alguna que otra casita pintoresca, de colores vivos.
Y la calle más comercial, Laugavegur, que no es más ancha que la calle Fuencarral de Madrid, pero con casas de dos pisos,


está jalonada de tiendas y locales de moda, pequeños, con un toque "indie" que le dan mucho encanto.

En esta calle hay un local muy "arty", el Boston, perteneciente a Björk. Y un antro, en una chabola blanca frente a una gran pintada, que también fue suyo, hoy cerrado:


Reykjavik, dicen, tiene fama por su vida nocturna absolutamente frenética, con pequeños clubs que se abarrotan de medianoche a 6 de la mañana. Y, cosa que no acabo de creerme, dicen que los ingleses fletan aviones para pasar el fin de semana de marcha en la ciudad. La Ibiza Septentrional acabarán llamándola. Al tanto.

Hay detalles "marcianos" o "modelnos" en toda la zona: Junto a los locales de moda, en una calle lateral, encontramos lo que parecían ser unos vecinos que vendían su ropa vieja en la puerta de casa, en un mercadillo improvisado:


Otra cosa que llama la atención es una librería-cafetería, muy grande, donde la gente pasa el tiempo leyendo los libros que están en venta, mientras toman un café. Luego, que compren el libro o no, es otra cuestión. Lo curioso es que la librería es casi un lugar de reunión o de recreo.

Superada mi tentación de un menú de "Puffin" que vimos anunciado, cenamos en un local a medio camino entre restaurante y bar de copas, que nos recomendó una islandesa muy joven y a la moda: El Vegamót. Cenas hasta las 23:30. Copas hasta las 06:00, como muchos locales de Reykjavik. La clientela joven y guapa como nosotros ( todos de negro, muy a la moda, con algún toque gris). Tal vez nuestras botas y nuetros forros polares de carrefour los consideraron grunge o smart casual y causamos sensación ¿o es que nos miraban mal?. http://www.vegamot.is

El Vegamót es tan famoso por su cocina, nada cara por cierto, como por sus cócteles a base de Vodka, que dicen que son los mejores de la ciudad. Dado el precio del alcohol en Islandia, nuestra maltrecha economía y el vuelo infernal que debíamos coger al día siguiente, nos quedamos cenados y contentos sin necesidad de Vodka. A propósito: si alguien va, la tarta de manzana está buenísima. Y el rape también.

2 comentarios:

  1. Me encanta, he entrado a ver si tenían una foto de ese souvenir tan curioso ," el bote de aire islandes". ¿SI tenis la foto podéis colgarla?

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    1. Perdona, Begoña. No había visto tu pregunta.
      Los vimos por todas partes, pero no hicimos fotos. La verdad es que tiene tela...

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