martes, 4 de agosto de 2009

Día Sexto: El Infierno Islandés


Rauðaskriða, HUSAVIK, Norte de Islandia. 5 de Agosto 2009.


Cuenta una leyenda norislandesa que cuando Dios creó el mundo, el diablo sintió celos de lo bonito que le había quedado. Así que intentó fastidiarle el invento apagando el sol orinando sobre él. Pero no lo pudo apagar. Sin embargo, el orín cayó en la tierra y formó el lago Myvàtn (traducción: "lago de las moscas"). Su nombre viene de la cantidad de insectos, especialmente moscas "mordedoras" que acompañan al visitante en una nube contínua.

Con estos antecedentes uno podría preguntarse: qué interés puede tener pasar un día en este pozo de inmundicia... Pues sí que tiene interés. Y mucho. Estamos en una de las zonas de volcanismo más activo de Islandia. Y se palpa desde el principio. De hecho ya por la mañana en nuestra cabaña, lo intuímos: El agua del baño es "natural", de las múltiples surgencias que hay en la zona. Y echa una peste a azufre que tira para atrás. Decía la Victoria Beckam que España huele a ajo. Yo digo que Londres huele a una mezcla de Curry y Gravy. Pues Islandia huele a huevo duro que tira para atrás.



El lago Myvàtn, todo hay que decirlo, nos ha decepcionado a primera vista. Nada especial. Parece un lago en una llanura, con los anunciados pseudocráteres bastante peculiares pero nada espectaculares, su pueblo ( aquí, una gasolinera ya se considera pueblo) asentado sobre una reciente colada de lava... Sin embargo, alrededor del lago hay todo un parque temático del vulcanismo. Y no podía ser de otro modo, porque en esta zona tan activa, desde 1975 hasta 1984, en que se produjeron 9 erupciones , una por año. Y con una inmensa cámara magmática a unos 3 kms. de profundidad, las manifestaciones geotermales son abundantes. De hecho hay una enorme central de generación eléctrica a partir de la energía geotérmica.


Nosotros hemos empezado abriendo boca con un recorrido por la gran fisura de Grjotagjà, perfectamente abierta, como una pieza de barro resquebrajada en la cocción, que a lo largo de varios kilómetros muestra actividad geotermal remanente, en forma de fumarolas y el consabido olor a huevo islandés.



Luego hemos ido a ver Hverir, un campo de barros hirvientes y fumarolas enormes que, al salir suenan como una locomotora de vapor o 100 ollas a presión juntas. Olor a azufre por doquier:


HUEVO DURO:



HUEVO POCHÉ:



HUEVOS REVUELTOS:


También hemos visto un cráter inundado, el de Stóra-Viti, y otro de altura considerable que hemos subido para admirar unas vistas de todo el entorno. Este cráter tienen 1 km de diametro.

Y lo más impresionante de todo ha sido un paseo de un par de horas por el área de la montaña de Leirhnjúkur. Es el mejor lugar para imaginar lo que fueron "los fuegos de krafla", esas 9 erupciones de los años 70-80.: Aparte de barros sulfuros en


un lago de colorido espectacular, se pasea entre cráteres y una colada de lava reciente, inmensa, que se extiende hasta el horizonte. De un negro intenso, y colonizadas por liquenes en las zonas donde el vapor de agua surge de manera


permanente. De nuevo un paisaje más propio de la Tierra Media que de este mundo real: Negro, y jalonado de peligrosas bocas que escupen fuegos y gases provinientes del aliento de un dragón,...


Hemos acabado entre los pseudocráteres del lago Myvàtn, tratando de quitarnos las moscas de encima. Hemos aguantado poco. Han ganado ellas. Y aquí estoy, después de una cena frugal, relatando para no olvidar lo que hoy nos ha acontecido en tierras extrañas, pero que muy extrañas.

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